El blanqueamiento dental es uno de los tratamientos de estética dental más demandados. A todos nos gusta lucir una sonrisa radiante y luminosa. Te hablamos de todos los sistemas que hay para conseguirlo o intentarlo, incluso de los métodos menos ortodoxos.
La tecnología ha avanzado una barbaridad en este campo. Los odontólogos del Centro de Odontología Avanzado Z.M., ubicado en Toledo y dirigido por profesionales con más de 25 años de experiencia, nos cuentan que, con los medios actuales, se puede conseguir una sonrisa renovada y blanca en poco tiempo.
Los novedosos tratamientos de las clínicas dentales conviven con productos de higiene dental y con trucos caseros ancestrales. La preocupación por el blanqueamiento de nuestra sonrisa está presente en nuestra vida habitual. Sin embargo, todas las soluciones no tienen el mismo nivel de eficacia.
Antes de entrar a valorarlo, vale la pena detenernos un momento en cómo tener unos dientes blancos se ha convertido en signo de belleza casi tan valorado como poseer unos ojos bonitos o una cara simétrica.
Que los dientes vayan perdiendo tonalidad a lo largo de nuestra vida es un proceso natural. Sin contar con que determinados alimentos y sustancias como el café, el té, el vino, el tabaco y los frutos rojos van alterando el color del esmalte, tener una dentadura turbia o demasiado amarillenta era un indicador de enfermedad. De ahí que la gente intentara disimularlo.
En el antiguo Egipto, los faraones se cepillaban los dientes con una pasta elaborada con piedra pómez molida y vinagre para tener una sonrisa brillante. En la antigua Roma, la blancura de los dientes era un signo de prestigio social. Los patricios se llegaban a enjuagar la boca con amoniaco disuelto en agua y hasta con orín, para tener unos dientes más blancos que la plebe.
Sin duda, el desarrollo del cine, la televisión y la industria musical incrementó el interés de la población por la blancura de los dientes. Que apareciera la imagen de un actor de Hollywood, con los dientes extremadamente blancos en el cartel de una película, o en las fotos promocionales, hacía que la gente se fijara en él y despertaba admiración. Algo parecido podemos ver en la carátula de los discos de los cantantes de moda durante los años 60 y 70.
Con el tiempo, el resto de los mortales descubrimos que podíamos tener los dientes tan blancos como los famosos. Debemos partir de que una obsesión desmedida por la blancura de nuestra dentadura puede ser perjudicial para la salud de los dientes. Sobre todo, si no contamos con la supervisión de un dentista. Por eso nos vamos a detener a analizar los métodos que existen para blanquear nuestros dientes.
Blanqueamiento por led.
Es el método que ofrece unos resultados más rápidos. En unas pocas sesiones puedes alcanzar el tono que esperas.
A principios del siglo XXI se puso de moda el blanqueamiento dental por láser. Se aseguraba que en una sola sesión podías blanquear tus dientes varios tonos. Los odontólogos descubrieron que este sistema era un método demasiado abrasivo con el esmalte dental. Por eso, en poco tiempo, se sustituyó el láser por un haz de luces led, que aunque tenía un efecto más lento, se necesitaban más sesiones para conseguir el resultado deseado, era menos dañino.
Aquí, la acción de la comunidad odontológica, los dentistas, fue decisiva para encontrar una solución que fuera casi igual de efectiva, pero menos perjudicial.
Este tratamiento se aplica en la clínica dental. Cada sesión suele durar alrededor de una hora. Con el paciente sentado en la butaca de intervenciones, el odontólogo extiende sobre los dientes un gel blanqueador rico en peróxido de hidrógeno o peróxido de cardamina. Sustancias que contribuyen a eliminar las manchas y decoloraciones en los dientes.
Acto seguido, dirige hacia los dientes una luz led controlada, que lo que hace es reactivar los ingredientes del gel. Estos aceleran la oxidación y descomposición de las moléculas que manchan los dientes.
Dependiendo del grado de blancura que queremos alcanzar, necesitaremos más sesiones o menos. En todas ellas, el odontólogo velará porque la fortaleza del esmalte dental no se vea comprometida.
Debemos tener en cuenta, que el tratamiento no es definitivo. Y que probablemente, pasado un año, tengamos que someternos a nuevas sesiones.
Blanqueamiento ambulatorio.
Este es un tratamiento que efectúa el paciente en su casa, con los medios que le han facilitado en la clínica, y bajo la estrecha supervisión del dentista, que velará en todo momento por la salud de los dientes.
Tras hacer un análisis del estado de la dentadura, el dentista facilita una férula plástica al paciente, fabricada a medida y unas dosis de gel peróxido.
Cada noche, antes de irse a la cama, el paciente rellena el interior de la férula con el gel y se deja puesto el protector mientras duerme. La férula extiende el gel de una forma uniforme y protege la zona, para que los componentes vayan haciendo efecto.
El paciente debe acudir a la clínica dental en las visitas programadas, en las cuales, el dentista va evaluando la evolución del tratamiento.
Es un sistema más lento que el blanqueamiento por led, pero tiene la característica de que presenta una supervisión médica continua, que es beneficiosa para la salud bucal del paciente.
En ocasiones, el estado de la dentadura del interesado no es el adecuado para aplicar un blanqueamiento por led, por lo que es recomendable recurrir a este método. Otras veces, por el contrario, el odontólogo puede valorar complementar el tratamiento con alguna sesión de led para culminar o acelerar el proceso.
Las ventajas de este tratamiento son que permiten un seguimiento controlado de la salud dental del paciente, y que aunque sea un tratamiento más lento, es más adecuado para aquellos que prefieren un blanqueamiento progresivo.
Blanqueamiento cosmético.
Las empresas de cosmética y los fabricantes de artículos de higiene dental no paran de lanzar al mercado productos para que blanqueemos nuestros dientes en casa. Esto se debe a que han encontrado con ello un lucrativo nicho de mercado. El periódico El País analiza en un artículo algunos de los sets más vendidos.
Si le echamos un vistazo, nos damos cuenta de que lo que está haciendo la industria cosmética es producir versiones caseras los tratamientos que aplican las clínicas. Eso sí, sin la supervisión médica y sin los medios de última tecnología que utilizan los profesionales. Dentro de estos productos cosméticos podemos observar tres categorías.
La primera de ellas y la solución más popular son las pastas dentífricas blanqueantes. Son muchos los consumidores que se quejan de los efectos casi inapreciables de estas pastas dentales. A esto hay que añadir, que algunos de estos productos contienen microplásticos que son perjudiciales para el organismo y que, usándolos día tras día, van erosionando el esmalte dental. Reduciendo su densidad y volviéndolo más débil.
Otra de las opciones que tiene bastantes ventas es la versión a domicilio de los tratamientos ambulatorios. En estos casos, se vende un gel blanqueador, acompañado por un grupo de férulas plásticas, en las que el usuario selecciona la que mejor se le adapta a la boca. Uno de los problemas que tiene este producto es que mientras que la férula del dentista está fabricada a medida, con la forma exacta de la dentadura del paciente, la del producto cosmético es aproximada. Como consecuencia, va desplazando los dientes del consumidor, estropeando su dentadura. Este producto carece de seguimiento sanitario, por lo que aunque el gel no tenga peróxido, algunos consumidores se quejan de que aumenta la sensibilidad dental al frío y al calor.
El sistema más novedoso es la adaptación de la tecnología led para uso doméstico. En estos productos, el gel blanqueador se suministra con jeringuillas o cápsulas. Suele contener una cazoleta de plástico con 5 puntos que dejan pasar la luz de una lámpara led de bolsillo. El problema de este sistema es que la luz led no se distribuye de manera uniforme. Algunos usuarios se han quejado de que el sistema aumenta la sensibilidad dental.
El principal problema de estos productos cosméticos es que carecen del seguimiento clínico que ofrece un tratamiento de estética en una clínica dental.
Remedios caseros.
Por último, vamos a ver una serie de trucos caseros, que la sabiduría popular le ha asignado un poder blanqueador para nuestros dientes. La web Canal Salud IMQ opina que estas recetas tienden a dañar el esmalte de los dientes.
El remedio casero más conocido es cepillarse los dientes con bicarbonato. En este caso, lo que hacen quienes lo aplican, es cepillarse los dientes con su pasta dentífrica habitual, enjuagarse la boca y volverse a cepillar con cepillo cargado de bicarbonato. El bicarbonato, aunque suave, no deja de ser un abrasivo, lo cual va a erosionar el esmalte dental.
Otro de los trucos caseros es enjuagarse la boca con agua oxigenada, una vez nos hemos lavado los dientes. No existe una evidencia médica de que este remedio sea efectivo, más aún, puede aumentar la sensibilidad dental y dañar las encías.
Recuerda siempre que el blanqueamiento dental no es solo una acción estética. Sin el seguimiento clínico adecuado, podemos comprometer la salud de nuestros dientes.