Las oposiciones enloquecen

Personalmente no estoy muy a favor de contar experiencias en las que involucro a terceros en este blog, más que nada porque no sé si ellos estarían a favor o en contra de que alguien pudiera leer su vida, sin embargo y sin que sirva de precedente, os voy a contar la historia de Pablo (nombre inventado), y mía. Una historia en la que llegamos a la conclusión de que las oposiciones pueden llegar a volverte loco.

Que el año pasado fue un año de oposiciones es obvio, al igual que lo es este año y lo será el 2020. De hecho yo creo que durante los próximos dos o tres años la cosa va a seguir muy activa y, de mismo modo en el que lo pienso yo y lo corroboran muchos sindicatos, los miles y miles de aspirantes a conseguir un trabajo en el funcionariado español también lo piensan, lo que ha provocado un colapso impresionantes en la mayoría de las pruebas.

Pablo, un amigo mío de toda la vida, es una de esas personas que ha decidido opositar. Él es, en realidad, historiador y arqueólogo, pero lejos de convertirse en Indiana Jones, ha estado trabajando prácticamente de todo y hace un par de años decidió apostar por las oposiciones. En su caso, se está preparando con oposicionesauxiliaradministrativo.com para acceder al cuerpo administrativo en Extremadura, lugar en el que reside hoy en día, y según tengo entendido su vida se basa en arreglar un poco la casa, comer, asearse y sentarse delante del ordenador con los apuntes en mano para empollarse cada palabra que aparece en ellos.

Yo lo pienso y no me extraña nada que la gente acabe loca. ¿Cuándo ven la luz del sol? ¿Cuándo se distraen? ¿Van al cine? Imagino que algunos sí lo hacen pero si eres tan concienzudo como Pablo esto ocurrirá en tu vida más bien poco.

Según lo que me ha contado, se guarda un sábado al mes para ocio, y dos mañanas a la semana, en las que va a comprar, y desayuna fuera de casa para tomar un poco el aire. Nada más…. En serio, loco no, loquísimo.

El día en cuestión

El caso es que dentro de toda esta vorágine de estudio tras estudio, el muchacho se casa con una extremeña (de ahí que ahora este residiendo en dicha comunidad), pero nosotros, sus amigos de toda la vida, le preparamos una súper despedida de soltero en Alicante con Hot Despedidas. Lo teníamos todo preparado, bien montado, organizado, todo salvo una cosa: la reacción del homenajeado.

Al principio la cosa empezó bien, fuimos a hacer paintball y tuvimos una suculenta barbacoa justo al lado del campo de tiro. Ya ahí la cosa empezó a subir un poco de tono, cervecita va y cervecita viene, pero nada alarmante, al menos hasta ese momento. Tras el momento desfogue pegando tiros, y la comilona carnívora, empezó a ruta del tardeo, con alguna tapa pero con muchas copas, sin parar, hasta las 22:00 de la noche.

He de reconocer que alguno iba también algo pasado, como Pablo, pero es que lo de él fue la palma de oro.

Cuando acabó el tardeo nos fuimos de cena, y claro, había barra libre, y luego chupitos, y una gymkana que teníamos preparadísima… Yo no sé lo que bebió, perdí la cuenta, pero Pablo acabó liándola parda, y mucho. Se subió a la mesa, pero no cuando habíamos acabado de cenar, no, más bien cuando estaban todas las tapas y las cervezas puestas sobre ella. Se cayó, lógicamente, y esparció toda la comida por el local.

Acabamos cenando, poco, pero cenando, y él no paraba. Cogió una especie de borrachera muy activa en la que parecía una especie de pulga dando saltos de aquí para allá sin parar ni cinco segundos. Si no fuera porque sabía exactamente lo que había tomado, habría pensado que en lugar de cervezas y un par de copas (o más) se había metido algún tipo de droga excitante.

Cuando empezó la gymkana, el pobre no podía hacer la o con un canuto, por lo que no dio ni una y, aunque eso es lo de menos, la realidad es que lió tanto cada prueba que la animadora que estaba al cargo de las mismas acabó por pedirle que, por favor, dejara de intentar pasar las pruebas y se limitara a mirar al resto.

¿Y sabéis que es lo mejor de todo? Que pablo es un chico tranquilo, reservado e incluso tímido. Es un chico que por no molestar es capaz de estar clavándole el palo de una silla en la espalda durante horas (esto es verídico) y ese día desató todo lo que llevaba meses guardando, hasta el punto de volverse loco.

Conclusión: las oposiciones te hacen enloquecer.

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