La belleza cambia, no te obsesiones

La belleza es algo muy subjetivo. Lo que para uno es bello para otro no y viceversa porque hasta un rostro que de forma generalizada puede parecerle poco agraciado al gran conjunto de nuestra sociedad, puede parecerle perfecto a otro grupo, aunque sea pequeño. Esto es así, y no hay nada que lo haya cambiado a lo largo de los siglos ni que lo vaya a cambiar ahora, aunque lo que sí es cierto es que el estereotipo de belleza de cada época siempre ha marcado un centro de lo que se considera hermoso de forma generalizada.

Ese estereotipo ha ido cambiando a lo largo de los años. Pensad por ejemplo en los cuadros de Rubens, donde todas las mujeres que pintaba estaban bien entradas en carne, y esto era así porque es lo que se consideraba bello en ese momento. Hoy por hoy, igual que en la antigua Grecia, se considera que cuánto más simétricas son las facciones del rostro y ambas partes del cuerpo (derecha e izquierda) más dentro del canon de belleza se está, pero lógicamente hemos cambiado mucho desde la época griega.

Por ejemplo, en la escultura por antonomasia del canon de belleza del Renacimiento (muy similar al canon de belleza de la antigua Grecia), el David de Miguel Ángel, se pueden apreciar unos brazos mucho más largos de lo normal, al igual que las piernas, y un torso un poco más pequeño, pero simétrico, junto a una cabeza que también parece más pequeña nos muestran un canon que aún hoy en día se sigue usando como muestra de belleza masculina. Otros rasgos de la escultura son las mandíbulas muy marcadas, el estómago redondeado, los músculos fibrados y los ojos granes.

Y precisamente debido a ese canon de belleza hoy aún vigente cuando alguien me habla de lo que es hermoso o no, sobre todo un adolescente (chico o chica) que no se cree atractivo, siempre les digo lo mismo. ¿Acaso conoces a alguien con un cuerpo que siga los cánones del David De Miguel Ángel? Por supuesto que no, y aun así hay personas a las que consideramos bellas, de forma generalizada. De hecho, si viéramos a alguien con los brazos tan largos como los dela escultura nos parecería raro, extraño, y nada hermoso. Probablemente si fuese un niño (y no tan niño) recibiría ciertos insultos en la escuela del tipo “pareces un mono” o similar.

Pero, aun así, todos y sin excepción, queremos formar parte de ese grupo de personas que son consideradas bellas. Por eso buscamos la forma de ser atractivos/as, ya sea con maquillaje o con otros trucos que están al alcance de nuestra mano. Y yo no es que lo vea mal, soy la primera que usa maquillaje de vez en cuando, pero siempre digo lo mismo: está bien cuando no se convierte en una obsesión ni se lleva a los extremos.

Maquillaje para todo

Tengo una sobrina que adora ponerse maquillaje y además es muy sutil haciéndolo por lo que, a mi parecer, va perfecta en casi cualquier ocasión, y digo “casi” porque en ocasiones patina un poco.

Hace un par de años le regale por navidad un curso de maquillaje online de una conocida escuela y estaba tan emocionada con lo que había aprendido que lo aplicaba en cada momento: para ir a la universidad, para salir a pasear, para ir de fiesta… Y como digo, siempre lo hacía con mucho gusto.

Sin embargo, un domingo decidimos ir al parque de atracciones y cuando llegó ella, con sus padres, me la encontré toda monísima con unos vaqueros, una camiseta ajustada, las típicas zapatillas blancas que ahora todos llevamos, y su capa de maquillaje con rímel, eyeliner y demás. Nada más verla pensé que había metido la pata, pues iba a sudar (era pleno agosto) yendo de un lado a otro y al final en un sitio como ese había que pasarlo bien estando cómoda, pero yo también me equivoqué porque el sudor no le afecto en nada ¿Sabéis lo que sí le afectó? el agua. Cada vez que subíamos a una atracción en la que había agua y nos caía encima el “salpicón” se le corría más todo el maquillaje y al final parecía que le habían pegado un puñetazo en cada ojo, como mínimo.

“Esto se arregla con maquillaje resistente al agua” me dijo, “lo tendré en cuenta para la próxima” y yo pensé que se arreglaría mucho mejor si viniera sin maquillaje. Y es que yo soy de las que piensa que tenemos que vestir y adecuarnos al contexto en el que nos vamos a mover, no porque sea lo que la sociedad indica (adoro cuando alguien rompe las reglas yendo a una boda en vaqueros o sin tacones), sino porque hay ciertas situaciones donde es lo más lógico y adecuado. Una de esas situaciones, este caso en concreto.

¿Qué necesidad hay de venir toda maquillada a un parque de atracciones con tu familia? Ninguna, al menos en mi opinión.

No obstante, como yo soy como soy y siempre me gusta regalar algo que verdaderamente se necesite, se vaya a usar o haga mucha ilusión, le acabé comprando un kit de maquillaje básico resistente al agua en su siguiente cumpleaños.

Pero lo que verdaderamente me preocupa no es que no diferencia entre contextos o que adore el maquillaje, lo que me preocupa es que siempre quiere verse mejor, y luego mejor que entonces. Al final, siempre tiene algo pendiente, en términos de estética, que llevar a cabo.

Ahora se ha empeñado en hacerse un blanqueamiento dental y la pillé a punto de empezar a seguir todos esos “horribles” trucos caseros que hay por internet como lavarse los dientes con limón y bicarbonato, algo que destruye el esmalte de los dientes y puede traer muchísimos problemas de salud bucodental a la larga. La cogí de la oreja, metafóricamente hablando, y me la llevé a que este dentista en Pamplona le explicase todos los peligros que seguir esas rutinas de belleza dental tiene. Gracias a Dios ahora está ahorrando para hacerse un blanqueamiento dental profesional.

Pero ¿y si un día le da por seguir esa moda de adelgazar hasta el extremo porque tener hueco entre los muslos cuando cerramos las piernas es tendencia? O ¿y si le da por querer parecerse a alguien y empieza a someterse a operaciones quirúrgicas de estética con tal de conseguirlo?

Si quiere cambiarse el pelo de color 100 veces o usar doscientas capas de maquillaje me da igual, pero hay ciertas cosas que conllevan un grave riesgo para la salud y creo que mi sobrina es una de esas jóvenes que son carne de cañón para todo esto. Y lo ridículo, lo realmente ridículo, es que no entiende que los cánones de belleza cambian y que si se hace algo permanente como, por ejemplo, operarse el mentón para verse más atractiva ahora, es posible que en 20 años eso ya no se vea bonito, y entonces se arrepentirá de lo que ha hecho.

Y es que no hablamos de una persona con complejos, o con problemas, sino de una persona que se ve bien a sí misma pero que cada día se quiere ver aún mejor, siguiendo las modas y las tendencias actuales que hay en internet y en la televisión.

Lo que antes era bello y ahora no lo es

Si observamos los cánones de belleza a través de la historia encontraremos muchísimas cosas que antes eran moda, o se consideraban hermosas, y que ahora ya no lo son.

En el siglo X, en Japón, se consideraba que los dientes blancos eran infantiles por lo que se instauró la práctica del Ohaguro, que consistía en pintárselos de negro con limón y limaduras de hierro. ¿Os imagináis ahora a alguien con los dientes tintados? Sería espeluznante tanto en el Japón actual como en el resto del mundo pero en su día era la moda.

En el siglo XVIII, durante el Renacimiento, se consideraba hermosas a las mujeres de tez blanca y frente muy redonda. Para conseguir esto, las mujeres se afeitaban las entradas del cabello de la cara y se arrancaban cejas y pestañas…. ¿os lo imagináis ahora?

Al final todos estamos atados a un canon que marca lo que supuestamente es bello y lo que no, pero ese canon cambia, igual que las modas, y aunque lo hace más despacio la realidad es que podemos vernos hoy hermosas con ciertos complementos, cierto peinado, cierto peso o cierta característica que en el futuro se podría ver ridícula, horrible y nefasta.

Conclusión, debemos prestas especial atención a todas esas jóvenes que se obnubilan con la belleza para prever posibles problemas pero también debemos empezar a educar  a nuestros niños y niñas en lo que “belleza” significa. Es magnífico que quieran verse bien, todos, tengan la edad que tengan, que usen o no tacones, que usen o no maquillaje y que usen o no los peinados de moda, pero siempre sin obsesionarse y sin extremar ningún comportamiento.

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