Es curioso porque parece que aunque el tema del cuidado medio ambiental está empezando a calar mucho más hondo en nuestra sociedad, aún hay un amplísimo sector que, o bien no cree que la emergencia sea tan grave o de boca para afuera dicen mucho pero luego no hacen nada. Es como el tema tan sonado del “coronavirus”, nadie se creía que fuera tan grave, luego la emergencia empezó a sonar y muchos empezaron a abrir los ojos y a hacer caso a las autoridades y ahora, aún con España en un estado que jamás se hubiera pensado con centros educativos cerrados, localidades en aislamiento y miles de infectados, aún hay quien dice que se está exagerando. ¿De verdad hay que abrirles los ojos a golpes o creen que los gobiernos de toda Europa tomarían estas medidas por aburrimiento?
En fin, dejando a un lado “El Tema” vamos a volver al medio ambiente, porque con el coronavirus se ha dejado de hablar de él, bueno, y de la violencia de género y de “Cataluña” y de muchas otras cosas. Y es comprensible, no me malinterpretéis, porque ahora lo importante va por delante, es lo que toca, pero no podemos olvidar que hay más cosas de las que preocuparnos, aunque sea en un segundo plano.
Pues bien, ya que la catástrofe medio ambiental parece no afectar a algunas personas en nuestro país, y en muchos, tal vez podamos tocar una fibra en su congelado corazón si les hablamos de la economía, y digo esto tras pensarlo detenidamente.
España es un país de turismo, sí, pero ¿de qué más también? De agricultura. Analicemos por tanto un poco la situación actual: los negocios enfocados al turismo (desde agencias de viaje hasta restaurantes) se van a ver resentidos, necesariamente, por culpa de la pandemia, y si a eso le sumamos que el cambio climático está afectando a los cultivos de forma generalizada, el resultado es que la economía se va a ver aún más tocada de lo que pensamos.
Según PlantVid, viveros de vides, el cambio climático está afectando a todo tipo de cultivo, y eso incluye la vid y, por ende, el vino. ¿Sabéis cuántas personas viven del vino en España? Pues haced cálculos e id sumando números porque ya tenemos afectados a los sectores por el coronavirus, a la agricultura por el cambio climático y, de forma indirecta pero notable, a las bodegas de vino. ¿Eso duele más a los bolsillos y empieza a calar un poco más hondo en la población?
Los Negacionistas
La realidad es que siempre que nos toca el bolsillo nos sentimos más preocupados pero, aun así, seguirán habiendo personas negacionistas al respecto y esto no es nada nuevo o ¿acaso no recordáis cuando a finales de los 90 los negacionistas del holocausto se empeñaron en decir que todo era una estratagema de los judíos y que los campos de concentración no eran para tanto? Aseguraban que no es verdad que hubieran cámaras de gas, ni fusilamientos, para ellos los campos de concentración nazi eran campos de trabajo, nada más. Si os interesa el tema os recomiendo la película “Negación” de Rachel Weisz, donde queda todo muy bien plasmado.
Pues bien, con el coronavirus y con el cambio climático (este último mucho más) también tenemos negacionistas y si no que se lo digan a Greta Thunberg y a su enemiga Naomi Seibt, quien se ha erigido como representante de todos los jóvenes que no creen en el cambio climático, una joven alemana que me da mucho miedo por lo que representa, muchísimo miedo.
Hay quien habla de la “Industria de la negación” y ¿por qué? Pues porque hay ciertos sectores, o grandes lobbys, a los que les “viene muy mal” el cambio climático y por eso llegan a pagar grandes sumar económicas para que escritores, editores, columnistas y periodistas, e incluso científicos climatólogos, aseguren públicamente que el riesgo del calentamiento global es muy inexacto y no está científicamente probado que sea culpa del ser humano.
Este negocio, que lo creáis o no mueve miles de millones de euros, es el que está sustentando muchas empresas, así como organizaciones y grupos de negacionistas del cabio climático. Al final, es una lucha del ser humano que busca ayudar al planeta, y a nosotros mismos, contra aquellos que niegan la evidencia porque aceptarla significaría una importante pérdida económica para ellos pero, ante algo así, lo que hay que preguntarse es ¿hasta cuándo? ¿hasta cuándo podrán girar la cabeza? Y sobre todo, cuando dejen de girarla ¿no será demasiado tarde?